LA LETRA DE LA CANCIÓN




La música de la danza del ttun-ttun no tiene letra. Se baila, pero no se canta.
Sin embargo, en su tiempo, los vecinos supieron aplicarle una letrilla popular que les ayudaba a bailarlo y a mantener el ritmo. Esta letra aludía graciosamente a algunos vecinos.
La letra más antigua que se conoce, ubicada a caballo entre los siglos XIX y XX, recogida en Isaba y en Uztárroz, decía así:

Ttun-ttun la gaita,
ttun-ttun tambor,
ttun-ttun la flauta
de Nicanor.

En años posteriores se impuso una nueva letrilla que es la que ha llegado hasta nuestros días, y decía

Ttun-ttun la Juana,
ttun-ttun la Inés,
ttun-ttun Genaro,
ttun-ttun los tres.

Aunque se ha llegado a conocer una tercera variante, claramente vinculada con esta anterior, que la cantaban así en Isaba y en otros pueblos del valle:

Ttun la Juana,
ttun-ttun la Inés,
ttun-ttun el cura
de Navascués.

Desconocemos la identidad de todos estos personajes. Sabemos que existen algunas familias en las que la casualidad ha querido que existiese simultáneamente una Juana y una Inés, lo que ha dado pie a conjeturas erróneas; pero para que nos hagamos una idea de la antigüedad de estas letrillas populares hay que decir que la última versión aquí expuesta es una adaptación de la versión anterior, y que esta adaptación alude al cura de Navascués. ¿Quién fue este sacerdote?; su historia es la siguiente:
Entre los años 1808 y 1813 tuvo lugar la denominada Guerra de la Independencia, lo que en el valle de Roncal dio pie a la formación de grupos guerrilleros que se organizaron para frenar la invasión de las tropas napoleónicas. Aquella resistencia al ejército francés es lo que a nivel popular se denominó la francesada.
La primera acción de castigo que hicieron los franceses contra los roncaleses fue la quema de la villa de Burgui, lo cual no hizo sino incrementar el número de voluntarios que se incorporaban a las milicias roncalesas. Uno de los casos más conocido y más popular en aquél tiempo fue el del sacerdote Francisco Glaría, natural de Burgui, que en 1809 se encontraba ejerciendo su ministerio en la iglesia de Navascués. Él fue el primero en arengar desde el púlpito a sus fieles para que se sumasen a la insurgencia contra las tropas francesas; y de las palabras pasó a la acción, pasó a predicar con el ejemplo. Le faltó tiempo para tomar las armas y pasar al valle de Roncal para reforzar las milicias de este valle. Su valor y su decisión de inmediato le convirtieron en uno de los líderes roncaleses de aquella francesada.
Después del apresamiento de Mina “el Mozo”, que era el principal líder guerrillero en la lucha contra los franceses, la Junta de Lérida tomó la decisión en abril de 1810 de nombrar al sacerdote Francisco Glaría su sucesor. Curiosamente el mismo día que al cura de Navascués le notificaban su papel de sucesor de Mina, ese mismo día encontraba la muerte en Idoy (Esteribar) tras un choque armado con las tropas de Napoleón.
Sobra decir que se convirtió en un personaje emblemático, jaleado por los vecinos del valle, quienes una vez acabada aquella guerra, y la vida cotidiana recuperada, siguieron recordándole a través de esta letra popular que se cantaba a ritmo de ttun ttun.

Así pues, esto situaría a esta letrilla en la primera mitad del siglo XIX, lo que nos hace pensar, y con bastante fundamento, es que la Juana, la Inés, Genaro, y probablemente el propio Nicanor, fuesen personajes muy anteriores.
En el caso de Nicanor, hay que recordar que llegadas las fechas en las que se ejecutaban estos bailes solían llegar al pueblo músicos que venían de fuera, “el de la flauta y el del tambor”, y durante ellos solían ser siempre los mismos, por lo tanto no es de extrañar que los vecinos aludiesen en sus letrillas a los músicos que venían hasta allí.

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