PRESENTACION

Sale a la luz este trabajo de una manera modesta, con el sencillo objetivo de salvaguardar la memoria del esfuerzo que en los últimos años se viene haciendo desde Isaba por recuperar, popularizar, y mostrar un danza tan específica de esta localidad como lo es el ttun ttun de Isaba.

Todos éramos conscientes de que esta danza, tan popular en otro tiempo entre nuestros antepasados, se había perdido en buena manera. Hubo un momento en el que los pasos, la música, la coreografía… se diluían ya en la memoria de nuestros ancianos. Afortunadamente los esfuerzos periódicos, o cíclicos, que a lo largo del siglo XX se hicieron, sirvieron, al menos, para ayudar a que no se perdiese la memoria de una música y de una coreografía; fueron esfuerzos, lo suficiente oportunos en su periodicidad como para permitir ir pasando el relevo de los conocimientos de unos a otros..

Y hace unos años, no sólo se entendió que había que evitar que se perdiese esta danza, sino que de forma activa, concienzuda, y firme, se dio el paso de crear un grupo de baile en Isaba que fuese capaz de bailar el ttun ttun. Un grupo de baile en el que tuvieron cabida todas aquellas personas, bien fuesen de Isaba o bien estuviesen vinculadas a esta localidad, que tuviesen un mínimo de sensibilidad y de interés por recuperar una parcela tan importante del patrimonio izabar. En esos mismos momentos se asistía a intentos similares en Uztárroz y en Garde, y posteriormente en Roncal.

Fueron en Isaba muchas horas de ensayos, y también muchos días. Atrás van quedando aquellos ensayos, primero en el Parque de Bomberos, y después en la Casa de la Villa, concretamente en la antigua escuela, en donde todavía se mantienen. En todos estos años ha habido personas que han sido constantes, otros se retiraron, otros se han incorporado nuevos, otros… Todas esas personas, sin excepción, forman parte de la historia actual de esta y de otras danzas que integran actualmente el repertorio del grupo de Isaba.

No se ha olvidado en ningún momento que esta era una danza popular, bailada por todo tipo de personas, sin que nadie fuese profesional. No se bailaba para exhibir una danza local ante nadie; sino que se bailaba sencillamente para disfrutar; que es exactamente lo mismo que se vuelve a hacer ahora, y lo que nos diferencia de tantos grupos de danzas que hay en nuestra tierra.

Tampoco se ha pasado por alto el detalle de que esta danza era habitual bailarla los domingos y días festivos, ataviados con la indumentaria roncalesa reservada para los días de fiesta, y siempre sin chaqueta.

Y así, con estas premisas, es como el día 25 de julio de 2005, el grupo de baile izabar hacía su primera actuación en público, y nada menos que con trece parejas. Veintiséis personas vestidas de roncalesas dando vida a una vieja tradición ante la mirada atenta de cientos de vecinos. Por un lado aquél era el punto final de un esfuerzo que se estaba haciendo en los últimos meses; pero por otro lado ese era el punto de partida de un largo rosario de actuaciones, inimaginables en aquél 2005.

Hoy, desde la perspectiva que da el tiempo ya pasado, solo cabe la satisfacción. Vaya por delante que esta memoria de todo lo que se ha hecho es una memoria abierta, sin punto final, afortunadamente necesitada de una actualización permanente. La realidad, gozosa realidad, es que en todos estos años el grupo de baile de Isaba, vinculado a la asociación Kurruskla, es un grupo consolidado. La realidad es que en todos estos años son decenas de personas las que han aprendido el ttun ttun de Isaba y otros bailes. La realidad es que de la mano de la recuperación del ttun ttun ha venido la recuperación de la indumentaria tradicional roncalesa; y que esta indumentaria, los trajes, la bandera, y el nombre de Isaba y del valle se han lucido en decenas de actuaciones repartidas por numerosas localidades.

Realidad es también que nos lo hemos pasado estupendamente, que hemos aprendido a superarnos en todos los aspectos, que hemos adquirido unos conocimientos que antes no teníamos, que hemos integrado en torno a la cultura roncalesa a gente del pueblo y a otros vecinos que nos acompañan durante buena parte del año. Nadie sobra, y todos son bien recibidos.

En cualquier caso, la mayor satisfacción es ver a un público que se emociona, que llora, y que después de muchos años vuelve a sentir el orgullo sano de ser roncalés y pirenaico. Cada una de esas lagrimas, cada uno de esos instantes, justifican por sí solos el esfuerzo realizado.

Es por ello que nuestros pies y nuestras manos seguirán en movimiento.

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